sábado, 19 de febrero de 2011

Pesar

Tengo ganas de llorar. Quizás demasiadas.

En el pecho se agolpa un latir lento y doloroso, marcando cada espina que se ha quedado alojada en aquel sitio.

Si pudiera retroceder el tiempo para enmendar lo que hice mal, créeme que lo haría.

El dolor me vuelve paranoica, mi cabeza vuela a lugares negros y oscuros que pensaba extintos. Me pude dar cuenta que dependía de ti.

Siempre he creído ser independiente, pero me he equivocado, otra vez más.

Necesito de ese alguien cálido, que me regañe, pero por mi bien. Que me dé su mano, aunque pareciese que no la necesitase. Que me hable, que me cante, que me rete nuevamente.

Pero que siga conmigo.

Sí, soy egoísta, pero estoy siendo algo sincera a la vez.

Le tengo miedo a la soledad, no quiero volver al sitio donde me encontraba, antes de conocerte a ti.

Créeme ahora que estoy llorando, y que apenas puedo ver algo más allá que mis dedos escribiendo torpemente.

Por favor… no me dejes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario