domingo, 26 de agosto de 2012

H


Solían decirme que le esperaba con ansias.

No recuerdo muy bien cómo eran esos días. Hay memorias muy vagas, y, con tantas cosas vividas ahora, los recuerdos se hacen hasta imaginarios.

Me acuerdo sí de algunas manías que tenía; siempre quería protegerlo, o sentía ese deber innato que uno desprende del pecho. El tiempo fue transcurriendo. Con él, buenos y malos momentos. Siempre he sabido que esta vida no es color rosa, pero tampoco opaca. Ambos teníamos un extraño matiz, crecimos con este y nos acostumbramos a caminar de forma separada.

Siempre quise ser la mejor. No para mí. Sino para ti, y con el tiempo después, para ella. Pero sé que fallé y no fui lo que ustedes esperaban, sobre todo tú.

Estuvimos por periodos prolongados odiándonos y causándonos daño, porque nunca tuvimos una imagen positiva que copiar. Nos divertía el causarnos desgracias.

Crecimos y nos separados por unos años. La distancia nos permitió madurar (quizás), conocer experiencia y no contárnoslas, y la misma distancia, nos hizo acercarnos como amigos. Tú me contabas algunas cosas, y yo también te hacía referencia de otras. Incluso, te llegué a hablar de él, y tú, en tu afán de hombre me dabas consejos, o me decías lo que él podría estar esperando de mí. Esos momentos sí los recuerdo bien, porque creo que fueron los más felices contigo.

Las cosas ya no están bien. He soñado un par de veces contigo… ambos hablamos como aquellos momentos que se hacen borrosos en mi mente. Cuando he querido tratar de solucionar un poco las cosas, descubro nuevas piedras en el camino, piedras que de alguna forma, han golpeado el corazón, y le han dejado mal herido. No se trata de no perdonar, es algo que trasciende esa palabra. Confié en ti y me decepcionaste.

También te decepcioné, lo sé…

Lamento no tener el coraje, las fuerzas y las ganas para volver a lo de antes, porque sé que piensas que es mi responsabilidad. 

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