Solían
decirme que le esperaba con ansias.
No recuerdo
muy bien cómo eran esos días. Hay memorias muy vagas, y, con tantas cosas
vividas ahora, los recuerdos se hacen hasta imaginarios.
Me acuerdo
sí de algunas manías que tenía; siempre quería protegerlo, o sentía ese deber
innato que uno desprende del pecho. El tiempo fue transcurriendo. Con él,
buenos y malos momentos. Siempre he sabido que esta vida no es color rosa, pero
tampoco opaca. Ambos teníamos un extraño matiz, crecimos con este y nos
acostumbramos a caminar de forma separada.
Siempre
quise ser la mejor. No para mí. Sino para ti, y con el tiempo después, para
ella. Pero sé que fallé y no fui lo que ustedes esperaban, sobre todo tú.
Estuvimos
por periodos prolongados odiándonos y causándonos daño, porque nunca tuvimos
una imagen positiva que copiar. Nos divertía el causarnos desgracias.
Crecimos
y nos separados por unos años. La distancia nos permitió madurar (quizás),
conocer experiencia y no contárnoslas, y la misma distancia, nos hizo acercarnos
como amigos. Tú me contabas algunas cosas, y yo también te hacía referencia de
otras. Incluso, te llegué a hablar de él, y tú, en tu afán de hombre me dabas
consejos, o me decías lo que él podría estar esperando de mí. Esos momentos sí
los recuerdo bien, porque creo que fueron los más felices contigo.
Las cosas
ya no están bien. He soñado un par de veces contigo… ambos hablamos como
aquellos momentos que se hacen borrosos en mi mente. Cuando he querido tratar
de solucionar un poco las cosas, descubro nuevas piedras en el camino, piedras
que de alguna forma, han golpeado el corazón, y le han dejado mal herido. No se
trata de no perdonar, es algo que trasciende esa palabra. Confié en ti y me
decepcionaste.
También
te decepcioné, lo sé…
Lamento no tener el coraje, las fuerzas y las ganas para volver a lo de antes, porque sé que piensas que es mi responsabilidad.
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